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El heredero de la "7"

Pablo Magnín está demostrando por qué es el mejor delantero de la categoría y Tigre lo disfruta. La jerarquía del ex Sarmiento es manifiesta y por sus goles, el Matador sueña y en grande. 

El heredero de la "7"
Magnín lleva 13 goles en Tigre, y contando (Foto: Prensa CAT).
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Por Nicolás Diz

Ningún jugador podrá igualar a una de las grandes leyendas del club. Si bien su última imagen en Tigre no fue de las mejores, nada se le puede cuestionar a Carlos Luna, autor de 112 gritos entre sus tres ciclos en el Gigante de Zona Norte​​, que entre 2004 y 2021 llenó de alegría un sinfín de tardes y noches en tantas canchas con la azul francia y rojo bermellón en la piel. 

Usar la 7 en este equipo tiene un gran valor simbólico, luego de que el Chino no fuera tenido en cuenta por Diego Martínez, sabiendo que claramente merecía una despedida más amena. Sin embargo, aunque el recuerdo del goleador centenario de Piquillín siga latente, ese número sagrado está en buenas manos. Se trata de Pablo Magnín, que con creces está cumpliendo con las altas expectativas que se tenía de él.

Tras romperla en Sarmiento de Junín, el artillero que lleva ocho goles en cinco partidos jugados en la actual Primera Nacional (de más está decir que es el top scorer del campeonato, muy por delante de otros goleadores, que llevan como mucho tres goles en el certamen) está en un momento que los que viven del gol necesitan estar. Porque los partidos se definen en las áreas y ahí está el 7 matador, para ajusticiar y lograr que el equipo gane, algo que estaba costando y mucho hacía algunas semanas, y se está convirtiendo en una sana costumbre.

Magnín llegó a Victoria el año pasado, y en sus tres primeras presentaciones, nada menos que en la Copa Libertadores, convirtió. No sirvió para avanzar de ronda, pero sí para presentarse y demostrar que lo suyo era serio. Luego vino un período de inestabilidad colectiva, que concluyó en una rápida despedida en el Reducido por el segundo ascenso, aunque el atacante pudo anotar dos veces más. 

El hecho de que se quedara para este año (se había marchado a fines de febrero, porque solo había firmado contrato por una temporada) fue el mejor refuerzo para Martínez. Sin dudas. El goleador se quedó para ser goleador: hizo goles en los cinco primeros encuentros, ante Belgrano, Riestra (triplete), Gimnasia de Mendoza, Estudiantes de Río Cuarto y Temperley (doblete). Goles que valen puntos, que cotizan oro. 

Junto a Tomás Fernández e Ijiel Protti en ataque (de vez en cuando parece Enzo Díaz, la opción potable desde los relevos), Magnín es la llave del gol y principal dolor de cabeza para la defensa rival. De cabeza, de penal, eludiendo al arquero: el arsenal de recursos del killer explican este gran momento, ya que hacía tiempo que no se veía a un delantero tan regular (comparable con el último paso de Fede González, en 2019).

Falta mucho todavía. Tigre lidera su zona con 12 puntos, pero todavía restan 29 partidos más. El camino recién arranca, pero hay con qué ilusionarse. El equipo está sólido, en defensa y sobre todo, en ataque. El jugador más codiciado de la categoría están en Victoria, y su gran desafío es seguir afilado y con la pólvora seca para seguir disparando a la red.